lunes, 7 de diciembre de 2015

Políticas económicas neoliberales confinan a mexicanos en la miseria

Al menos 10 millones de habitantes viven en el hacinamiento total; en los estados de Puebla, Veracruz, Guerrero, Chiapas y Edomex, se concentra la mayor cantidad

La triste realidad que se vive en México no se puede ocultar, por más que el aparato gubernamental insista en sus discursos ramplones sobre un país en desarrollo, con una economía pujante, donde sus habitantes no son felices porque no quieren.

La falla de las políticas económicas neoliberales es evidente, cuando son diseñadas por burócratas insensibles, por políticos acostumbrados a ganar abultados sueldos sin siquiera desquitarlo con su trabajo, por personas que siguen al pie de la letra estudios realizados por gente que nunca ha sabido lo que es tener hambre y frío por falta de abrigo.

En México habitan millones de familias que carecen de los servicios básicos, que llaman hogar a un solo cuarto de 4 metros de largo por 3 de ancho, donde duermen hasta seis personas en el mismo colchón, en total hacinamiento.

Para esas personas, comer en el piso de tierra o sobre la cama, entre tendederos y pilas de ropa vieja, es su realidad, y ya están acostumbrados al sudor, al estrujo, las moscas, los tufos, a no tener espacio ni privacidad, a vivir hacinados.


Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el hacinamiento de vivienda en el país afecta al menos a 10.2 millones de mexicanos, casi el 9 por ciento de la población.

Aunque los números parecen ajenos a una realidad desbordante: basta cruzar un umbral o tocar una puerta para descubrir los rostros en tribulación de quienes viven apretujados, sin privacidad ni reposo, señala un reportaje de Crónica.

De acuerdo con cifras de Coneval, Puebla está entre los cinco estados con más personas hacinadas en el país: alrededor de 820 mil, un espejo que se refleja con fuerza en Veracruz, Guerrero, Chiapas y Edomex. En porcentaje de población, Guerrero es el más alto con 24.5 por ciento.

El hacinamiento no se limita a incomodidades y asfixias. Trastoca la seguridad e intimidad personales; dispara los riesgos de salud, violencia intrafamiliar y abusos, en especial contra niñas y mujeres.

Es la carencia de vivienda con mayor incidencia a nivel nacional, por encima de pisos de tierra o muros y techos de material endeble.

Y no se vislumbra a corto plazo una maniobra gubernamental para combatirlo. A partir del 2016, el programa “Un cuarto más” o “Cuarto Rosa” será operado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, donde nada se sabe del tema, y su titular es Rosario Robles, sí la misma que cuando estuvo en Sedesol permitió que creciera en dos millones de mexicanos el número de pobres en el país.

El hacinamiento es sólo una faz de la pobreza, convive con las penurias educativas, laborales, legales y de salud, con la falta de servicios básicos y con el resquebrajamiento familiar.

Con información de Crónica