Por Felipe C. Martínez / Especial
La empresa española OHL México dio una rueda de prensa para exponer que la campaña de ataques en medios y en redes sociales, así como las acusaciones que le han presentado ante diversas instancias oficiales, incluidas la Bolsa Mexicana de Valores, son parte de una campaña de desprestigio que tiene como origen una extorsión.
El director de la compañía, Sergio Hidalgo Monroy Portillo, expuso que los ataques vienen de parte de Infraiber, una empresa mexicana creada en 2010, la cual responsabiliza al grupo ibérico de haber perdido el contrato que tenían para auditar el flujo vehicular en autopistas del Estado de México, contrato que les fue adjudicado tres meses después de su creación.
Representantes de Infraiber contactaron a las oficinas centrales de OHL en Madrid para pedirles que intercedieran ante el gobierno del estado de México, que les rescindió el contrato. Si no se arreglaba ese tema, advirtieron, “se crearía un gran escándalo”.
“Lo que vino después de la negativa de OHL a caer en el chantaje de Infraiber a principios de 2015 es conocido por todos”, expuso el ejecutivo del consorcio, que ha presentado demandas en la PGR por la extorsión, por daño moral y por la grabación ilegal y manipulación de llamadas telefónicas.
Pero lo que no dijo Hidalgo Monroy Portillo fue que Infraiber es un pequeño monstruo al que funcionarios de Enrique Peña Nieto le entregaron, sin tener ninguna clase de experiencia en el tema, un contrato para auditar la circulación vehicular en autopistas del estado de México, que le iba a generar utilidades estimadas en 4 mil millones de pesos.
La Red Es Nuestra publicó a principios de diciembre pasado, la historia que OHL no quiere contar completa. Estos son párrafos de aquella nota:
La pieza clave en el asunto de Infraiber, es el hoy secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT) federal, Gerardo Ruiz Esparza, quien ejercía el mismo cargo en el gobierno del Estado de México cuando se autorizó a la empresa del empresario Pedro Topete, un contrato sin licitación de por medio, esto en marzo de 2011.
Cuando Ruiz Esparza dejó el cargo (en septiembre de 2011), para irse al gobierno federal que encabezaría Enrique Peña Nieto, dejó autorizado el citado contrato por el monitoreo del tráfico vehicular en las autopistas mexiquenses, a una empresa que fue creada tres meses antes de la firma del convenio; una empresa que no contaba con experiencia en ese trabajo, y a la que se le otorgaban todos los beneficios, es decir, a Infraiber.
Ruiz Esparza pactó beneficios para Infraiber: un contrato que le garantizaba a esa empresa cobrar 50 centavos por cada automóvil que circulara por alguna de las 12 autopistas que existen en el Estado de México. Y hay que precisar, originalmente el acuerdo era pagarle a Infraiber 25 centavos, pero el negocio así como estaba no era tan jugoso y por eso a los 5 meses le incrementaron a 50 centavos.
La empresa española OHL México dio una rueda de prensa para exponer que la campaña de ataques en medios y en redes sociales, así como las acusaciones que le han presentado ante diversas instancias oficiales, incluidas la Bolsa Mexicana de Valores, son parte de una campaña de desprestigio que tiene como origen una extorsión.
El director de la compañía, Sergio Hidalgo Monroy Portillo, expuso que los ataques vienen de parte de Infraiber, una empresa mexicana creada en 2010, la cual responsabiliza al grupo ibérico de haber perdido el contrato que tenían para auditar el flujo vehicular en autopistas del Estado de México, contrato que les fue adjudicado tres meses después de su creación.
Representantes de Infraiber contactaron a las oficinas centrales de OHL en Madrid para pedirles que intercedieran ante el gobierno del estado de México, que les rescindió el contrato. Si no se arreglaba ese tema, advirtieron, “se crearía un gran escándalo”.
“Lo que vino después de la negativa de OHL a caer en el chantaje de Infraiber a principios de 2015 es conocido por todos”, expuso el ejecutivo del consorcio, que ha presentado demandas en la PGR por la extorsión, por daño moral y por la grabación ilegal y manipulación de llamadas telefónicas.
Pero lo que no dijo Hidalgo Monroy Portillo fue que Infraiber es un pequeño monstruo al que funcionarios de Enrique Peña Nieto le entregaron, sin tener ninguna clase de experiencia en el tema, un contrato para auditar la circulación vehicular en autopistas del estado de México, que le iba a generar utilidades estimadas en 4 mil millones de pesos.
La Red Es Nuestra publicó a principios de diciembre pasado, la historia que OHL no quiere contar completa. Estos son párrafos de aquella nota:
La pieza clave en el asunto de Infraiber, es el hoy secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT) federal, Gerardo Ruiz Esparza, quien ejercía el mismo cargo en el gobierno del Estado de México cuando se autorizó a la empresa del empresario Pedro Topete, un contrato sin licitación de por medio, esto en marzo de 2011.
Cuando Ruiz Esparza dejó el cargo (en septiembre de 2011), para irse al gobierno federal que encabezaría Enrique Peña Nieto, dejó autorizado el citado contrato por el monitoreo del tráfico vehicular en las autopistas mexiquenses, a una empresa que fue creada tres meses antes de la firma del convenio; una empresa que no contaba con experiencia en ese trabajo, y a la que se le otorgaban todos los beneficios, es decir, a Infraiber.
Dos años después de la firma del contrato, el gobierno del Estado de México lo canceló al darse cuenta de todas las triquiñuelas y de lo tramposa que es Infraiber al cobrar por un servicio que además, aún no prestaba. En realidad, como funciona la corrupción en México, se trata de algo más sencillo: los nuevos funcionarios no se vieron dentro del negocio y como Infraiber creyó que no tenía por qué repartir las utilidades con los nuevos "socios", decidieron actuar en consecuencia.
La empresa que es propiedad de un empresario de nombre Pedro Topete se indignó cuando le quitaron el multimillonario contrato (Raymundo Rivapalacio el periodista de El Financiero estima que los beneficios para Infraiber eran por 4 mil millones de pesos) y comenzó a presionar para que se lo devolvieran. Lo primero que hizo fue romper con su benefactor, Ruiz Esparza, quien nada pudo hacer frente a la decisión del gobernador Eruviel Ávila de no permitir ese negocio turbio, y culparon a la empresa OHL de haber sido los responsables de su mala suerte.
A pesar de que Ruiz Esparza fue el que le dio el jugoso negocio a Pedro Topete, el hombre al que un sector de la prensa presenta como "adalid de la lucha contra la corrupción", cuando el problema hizo crisis, el ahora titular de SCT se declaró ajeno al tema y dijo que lo que sabía es que la razón principal del rechazo y por lo tanto de la no suscripción del contrato, era el cobro de hasta 50 centavos por cruce vehicular, "costo fuera de mercado, sin justificación alguna, que hubiera tenido que ser pagado por los usuarios de las autopistas”. Sin embargo, nada dijo que fue durante su mandato como funcionario estatal que se concedió ese jugoso negocio a Infraiber.
Ruiz Esparza está al frente de la SCT federal, a cargo del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, así que no es de extrañarse que con el paso del tiempo nos enteremos de otros convenios otorgados a empresas creadas al vapor, para beneficiarlas con obras sin licitar y por el cual, desde luego, lo hace por una tajada, que en estos casos no es del 10 por cierto, pues la ambición de los funcionarios del primer círculo peñanietista ya vimos que no tiene límites.

A pesar de que Ruiz Esparza fue el que le dio el jugoso negocio a Pedro Topete, el hombre al que un sector de la prensa presenta como "adalid de la lucha contra la corrupción", cuando el problema hizo crisis, el ahora titular de SCT se declaró ajeno al tema y dijo que lo que sabía es que la razón principal del rechazo y por lo tanto de la no suscripción del contrato, era el cobro de hasta 50 centavos por cruce vehicular, "costo fuera de mercado, sin justificación alguna, que hubiera tenido que ser pagado por los usuarios de las autopistas”. Sin embargo, nada dijo que fue durante su mandato como funcionario estatal que se concedió ese jugoso negocio a Infraiber.
Ruiz Esparza está al frente de la SCT federal, a cargo del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, así que no es de extrañarse que con el paso del tiempo nos enteremos de otros convenios otorgados a empresas creadas al vapor, para beneficiarlas con obras sin licitar y por el cual, desde luego, lo hace por una tajada, que en estos casos no es del 10 por cierto, pues la ambición de los funcionarios del primer círculo peñanietista ya vimos que no tiene límites.